martes, noviembre 29, 2005

Queridos Reyes Magos

Carta de la grande copiada casi literalmente (6 años):

"Quiero una Barbie Pegaso, una Barbie canta conmigo, un Nenuco Llorallora con la cuna que se balancea, el armario y ropita para meterla en el armario, de color rosa preferiblemente, la guitarra eléctrica, la muñeca Cambiame, la Heladera Chumpun...

... Gracias"
A lo cual le pregunto si no le vale con una Barbie cualquiera, la respuesta es:

- Es que ésa no es la última.

Me quedo con los ojos flipando y le pregunto que entonces qué pasa, si no es la última, no vale. Respuesta: "No".

La pequeña es caso aparte, todo lo que ve por la tele, ya lo ha tenido.

Supongo que me puedo sentir afortunada de no haber llegado a tal extremo del consumismo. Realmente no he vivido época de hambre, como mi padre, en el que cualquier juguete de trapo hecho a mano por uno mismo era el mejor regalo de Reyes que se podía esperar. De hecho recuerdo perfectamente mis Reyes de los seis años, los mejores reyes de mi vida, los últimos reyes de mis recuerdos. Pedí un patinete, me daba igual la marca, el color y el material, y una cuna, me daba igual si se balanceaba, el color y el tamaño, era lo único que quería... y me lo trajeron. Fui la más feliz del mundo durante días, unos días interminables.

Después de esos Reyes se terminó toda la ilusión del resto de mi vida. Tuve la desilusión a esa edad, a partir entonces supe los Reyes para el resto de mi vida, dinero. ¿Qué me pedía? Lo único que quería es que esos Reyes mi padre me diera una sorpresa, se lo dije varios años, que no me diera dinero, que me comprara algo, aunque fuera unas zapatillas de los veinte duros (por entonces todavía había pesetas), pero jamás se me cumplió.

Este año es "diferente". Mi padre no me dará dinero, pero sé mi regalo desde el 15 de Noviembre. La desilusión es tan grande, que no sé expresarlo con las palabras que me gustarían. Me duele en el alma no tener esa pequeña ilusión.

¿Qué me voy a pedir este año? Ya que veo que es imposible cualquier regalo, voy a pedir algo real. Y voy a escribir la carta aquí, cualquiera sabe...

Queridos Reyes Magos:

No sé cómo juzgaréis mi comportamiento a lo largo de este año, espero que favorablemente (no me gusta mucho el carbón). No he hecho grandes cosas este año, pero creo que tampoco he sido malvada, las crías las estoy llevando delante aún con todos sus insultos hacia mí, vosotros lo veréis seguro todos los días (tiene que ser un espectáculo hermoso...).

Pues mi deseo para este año que entra, a parte de lo de siempre (la paz en el mundo, que no haya niños huérfanos, que no haya catástrofes, etc.) es que me traigais un pequeño presente... Me encantaría un libro para colorear y lápices de madera, me hace muchísima ilusión.

Espero que tengáis paciencia con el resto de los niños. Besitos y saludos. Anazia

lunes, noviembre 28, 2005

Paciencia (12/12/2005)

Esta mañana la ilusión recorría mis venas, con una radiante sonrisa me desperecé y estaba impaciente por la gran llegada, cuando me quitaran mi "palo". Con ilusión subí a vestir a las niñas y con esperanza las peiné.

Ilusa, eso me dice mi novio cada vez que no puedo evitar esperar que el día a día me sonría, pero no siempre es así, no siempre se cumplen los deseos más fervientes.

Y así ha sido hoy. Esperaba volver caminando con las piernas, dejar de ser Topita Patapierna de Palo, pero no es así. A cambio sólo he recibido regañina del médico por atreverme a hacerme la vida más cómoda apoyando la pierna. No bastando quitándome la ilusión, me ha dado la próxima cita para el 12 de diciembre, saltándose el puente y mis exámenes por lo alto.

Hice oídos sordos cuando me recomendaron paciencia... no espraba que durara tanto... pero es verdad, necesito paciencia. Espero que me ayudeis a soportarla.

domingo, noviembre 27, 2005

Topita Patapierna de Palo


Aquí os dejo una foto, como prometí, de mi nuevo corte de pelo. Así tenéis una imágen concreta de la nueva Topita Patapierna de Palo... para identificarla por la calle.

Mañana dejré de ser Topita Patapierna de Palo, seré simplemente Topita, supongo que es mejor que nada.

sábado, noviembre 26, 2005

El Invierno

Todavía no ha llegado, todavía estamos en fechas del otoño y ya hay gente, como Toni, quejándose de él. No entiendo cómo puede crear tanto odio, sí entendería la adversidad, pero las estaciones no se aman o se odian, se disfrutan, todas y cada una de ellas, algunas más, algunas menos, pero todas tienen su peculiaridad.

La Primavera marca el comienzo de la vida, cuando las flores brotan en una extraordinaria belleza de comienzo, cuando la sangre se altera y vemos bello todo aquello que dejábamos de lado, es donde gran parte de la humanidad se inspira para crear un arte muy bello, en todas y cada una de sus facetas, pintura, música, escultura, etc. Es alegre, aunque no acaba de llegar a cálido, sí inspira el calor que nos traerá la siguiente estación.

El Verano. Es la calidez estacionalizada, la alegría... Lo siento, es la que menos me gusta, es la que menos me hace sentir viva. Apaga mis energías, las agota, me hace sentir febril y ahoga mis ganas de acción y hacer cosas. Me quita las ganas de dar un paseo, las ganas de hacer cualquier ejercicio físico que requiera más que inspirar y espirar aire, incluso elimina en mí las ganas de exteriorizar el amor que siento por Onizeth. Los abrazos se convierten en tortura, y ya sin mencionar cualquier otra muestra de amor... Muchos propondrán un alegre baño en la playa, pero jamás he sido amante de lugares multidudinarios, y también el bosque se va convirtiendo en amarillo...

El Otoño. La vuelta de la frescura, las lluvias, los vientos y las tormentas. Es la muestra misma de la caótica vida que se extiende a lo largo de nuestro planeta. Cada día es una sorpesa, porque nunca sabes qué ponerte, no puedes adivinar si hará frío o si estamos en esos últimos resquicios del verano. Por la mañana más te vale salir bien abrigadito, aunque a la hora de la comida regreses con todas las cosas en las manos. Puede que hoy llueva, pero puede que mañana no. ¿Me llevo el paraguas? Todas esas cositas que hacen de los efímeros detalles un hatajo de preocupaciones vagas muy importantes en el día a día. Es el momento perfecto para sacar esas blusas tan bonitas del armario y exponerlas.

El Invierno, la estación de mi devoción. A ella va dedicada la siguiente canción. Aquí en Huelva no puedo disfrutarla como antaño en Alemania, pero los recuerdos que evocan mi mente me hace pensar que me encanta. ¿Tienes frío? Pues te pones otro chaleco más, haces ejercicio y no te estés quieto. La nieve... ¡cuánto la añoro! Esos pequeños copos que por sí solos no significan nada y que en cuanto aparezcan más de la cuenta... hagan esos paisajes tan bellos. ¿Qué niño no se divierte tirando una bola a sus amigos? ¿A quién no le hace ilusión esos muñecos de nieve? Sientes la necesidad de acercarte a los seres queridos para compartir el calor, un calor que cuando se comparte entre amantes desemboca en lo más bello de la vida. Es verdad que también trae resfriados y enfermedades, pero son compatibles, el calor, no.


jueves, noviembre 24, 2005

La Odisea de la Ducha

Me apetecía tanto volver a sentir correr el viento por mis mejillas que no pude resistirme demasiado a la idea de un ameno paseo de ida y vuelta por la calle. Tenía ganas de ejercitarme en la ardua tarea de muletizar mis pasos y vi el momento propicio para hacerlo. Jamás me imaginé que eso requeriría tanto esfuerzo físico.

Cuando regresé a mis cuatro paredes parecía recién salida de la ducha, que era la próxima aventura que tenía pensado tomarme. Todavía no había acabado de salir del trauma del primer intento, cuando ya estaba planeando una segunda aventura con el agua.

Decidida me embauqué en esa aventura muletizando de camino al baño para que mi madre me ayudara a poner las bolsas en su sitio, alrededor de las vendas que cubrían la fédula. Después de encontrar la perdida cinta de carpintero nos pusimos manos a la obra. Todo parecía bien sujeto y habíamos tomado ciertas medidas con respecto a la vez anterior. Por ejemplo, poner la toallita y el champú cerca del grifo y así tener que moverme lo menos posible, en una tambaleante situación, en la cual media pierna escayolada se encontraba fuera de la bañera mientras que el resto intentaba mantener el equilibrio apoyada contra la pared.

La Odisea es indescriptible. Había puesto la toallita y el champú cerca, ¿pero dónde me había dejado el gel de ducha? Cuando me dí cuenta estaba en la otra punta de la ducha, y perdería el equilibrio si me doblaba por un lado de la bañera, así que tenía que dar la vuelta a lo largo de la pared, pero eso me obligaba a introducir la pierna en la bañera y eso no era recomendable.

Toc, toc, toc. ¡Mi salvación! Entró mi madre presta a traerme el albornoz y fue muy amable al acercarme el gel del otro lado de la bañera. La primera vez que me veía desnuda en mucho, mucho tiempo. El rubor tiñó mis mejillas, pero era inevitable. Entre tanto no cesaba el tambaleo de mi inestable equilibrio, y más de una vez he tenido la imagen en mi mente de una cabeza salpicada de sangre a causa del borde de la bañera, ahí se alzaba ella, amenazante, parecía decir que a ella el rojo le sentaba estupendamente.

Cuando por fin salí, no me lo pude creer. Era como volver a la vida, espero que mañana termine esta pequeña tortura... Y si no se da el caso, pues aprenderé a lavarme bien y en profundidad en vez de ducharme a fondo.

miércoles, noviembre 23, 2005

Momentos de la pierna

Escribo estas palabras para hacer saber que me encuentro bien. Muchas gracias por vuestras preocupuaciones, que me llevaré conmigo como parte de los mimos que debería dejar darme. Hay momentos que han ocurrido que me llevaré conmigo.

Ejemplo:

Anazia amenizando su agonizantes ratos postrada entre cuatro paredes con conversaciones varias por el messenger, entre los que participaban Cris y Rosa. Hora de la llegada de la pequeña.

- ¡¡¡Buaaaaa!!! ¡¡¡Buaaaaaa!!!

Se asoma a la puerta una niña sin lágrimas que berrea sin cesar siendo agarrada por atrás y conducida a donde Anazia se encontraba.

- ¿Qué te pasa, pequeña?

- ¡Magdalena no me deja!

Magdalena sale corriendo para recoger a la grande. La pequeña está roja de ira, frustración y de tanto berrear, pero apenas cruzan sus mejillas cuatro lágrimas.

- Ven aquí. ¿Qué te ha hecho?

- Magdalena no me deja.

- Anda, ¿pero tú te has portado bien?

Silencio. ¡Claro que no! Y ella lo sabe muy bien.

- Mira, hoy no me duele la pierna, porque ayer me has puesto la tirita.

Cesa completamente el berreo. Aunque se escucha algún que otro "Buaaa" que no encajan para nada con la mirada atenta que profesa la niña pequeña.

Finalmente vamos al comedor, con Ignacio, y allí empieza otra vez a berrear sin lágrimas. Tras los "¿Qué te pasa?" del hombre, la niña contesta el "Magdalena no me deja" de siempre. Y se repite la historia anterior.

Pero entonces algo cambió, algo sucedió que Anazia dejó de ser la mala de su película y se convirtió en la inseparable de la niña. Al tener que subirla para que regresara a su casa con la hermana, ¡hacía todo lo que ella le dijera! Y no contenta con haber jugado con la Anazia coja, no permitía que ésta se marchara.

Otro ejemplo:

¡Onizeth viene a mi casa! Pues sí, es un hecho que cada vez me resulta más sorprendente... Estamos casi solos en casa con la tele encendida y pasando de canal en canal, un topo se asoma por la pantalla.

- ¡Mira, un topo!

- Igual que tú, tú eres una topa.

- Yo no soy ninguna topa, ¡el topito eres tú!

- No, tú eres una topa coja.

- ¿Entonces vas a dejar de llamarme "Croqueta"?

Asentimiento. Se continúa pasando de canal en canal cuando Anazia hace un descubrimiento.

- ¡¡Anda!! ¡El Canal Biography! ¿Cuándo lo han puesto?

- ¿Lo ves que eres una topa? No sabes ni qué canales tienes porque no los ves...

- No, el topo eres tú.

- Pero si eres tú quien no sabe qué canales tiene...

Mientras Anazia piensa que se habría perdido esos pequeños momentos que a ella le producen tanta felicidad por estar en una clase metida dando "Asistencia y Guía de Grupos".

lunes, noviembre 21, 2005

¡Y eso!

Onizeth volvía del SIMO, un momento feliz en una vida algo ajetreada con momentos muy cambiantes debido a una psicología trastornada. La perra irradiaba alegría en todos y cada uno de sus cabellos, ¡por fin iba a salir a pasear!

Cuando veía movimiento en el comedor y a su querido dueño acercarse al perchero para sacar la correa de su sitio habitual y ponérsela, no pudo más con la excitación y casi se mea encima, ¡tres días sin salir a pasear son demasiados! Así que allá iba presta ella con la más absoluta ilusión de volver a ver los coches pasar y poder saltar. Una vez que olío después de lo que le parecía tanto tiempo el aire libre, sin cigarrillos, estaba preparada para ir a cualquier sitio, y llegar ella siempre la primera. Así que se adelantó a Anazia y pegó un tirón de Onizeth para que se diera prisa, pero no sólo produjo un efecto no deseado, que es recibir un tirón de vuelta, sino que pilló en medio a Anazia. Con sus más de 20 kilos en todo el cuerpo notó que movió algo de sitio y lo siguiente fue ver a Anazia caer.

Anazia sintió un golpe fuerte en la pierna y no entendió cómo repentinamente no podía seguir en pie, así que vió un asidero para posarse calmadamente en el suelo y analizar el dolor que sufría en la rodilla. Una vez aposentada en el suelo no pudo reprimir un lloriqueo de... ¿incredulidad? Su rodilla estaba fuera de su sitio y era incapaz de apoyar el pie en el suelo sin sentir una fuerte punzada de dolor, además, su pie, junto a la pierna entera, tenía una postura un tanto extraña. Ella no dejaba de mirar su deforma rodilla con incredulidad y ninguna lágrima salió de sus cuencas cuando por fin se dió cuenta que no iba a perecer.-

Onizeth no entendía el espectáculo y jamás se imaginó que iba a provocar una caída en su querida "Croqueta", pero cuando vió lo que realmente había pasado, un pantalón que tenía un bulto donde no debía, salió corriendo para avisar a sus padres que cogieran a la perra por el portal y la llevaran a casa inmediatamente. Además, después de preguntarle a Anazia, les dijo que llamaran a una ambulancia.

Todo esto ocurrió en la puerta de un bar, donde el dueño presenció toda la escena, salió y al ver lo que ocurría llamó al 061.

Nervios, Anazia percibía muchos nervios a su alrededor mientras ella no era capaz de reprimirse una sonrisa de tranquilidad y afabilidad, para que el resto del mundo se tranquilizara. ¡Era ella la que tenía su rodilla fuera! El resto del mundo andaba para arriba y para abajo escuchando atentamente si se acercaba una ambulancia o no, pasando algunas de largo, aún así había un halo de nerviosismo a su alrededor que llegó a escuchar a puras penas la exclamación del dueño del bar diciendo: "La más valiente es ella, que no llora aunque le duele". Orgullosa erguía ella su sonrisa para seguir calmando a los nerviosos espectadores, sobre todo a su manojito de nervios.

Por fin llega la deseada ambulancia cuando al bajar miran una pierna deforme con ojos de platos. Resultaron ser el 061 y alegaron algo de que ellos no podían llevar al hospital y que tenían que llamar a una ambulancia. Ésta tardó dos minutos y medio en llegar, entre tanto intentaban subir a la muchacha de la pierna torcida y la sonrisa resuelta a una camilla, para luego ahorrar esfuerzos. De sus bocas se escuchaban unos tranquilos: "No te preocupes, preciosa", "¿Te duele, guapa?" o "¿Cómo te lo has hecho, preciosa?" que tranquilizaban mucho más a la dolorida muchacha tendida por primera vez en su vida en una camilla.

Repentinamente se encontraba en un coche de ambulancia escuchando a un Onizeth nervioso recriminarle que se tranquilizara ella. No podía hacer otra cosa que reirse y replicar con un: "Creo que el que se debería tranquilizar eres tú." Cosa que surtió efecto. Se le pasó por la cabeza recriminarle sus actos por reprocharle a ella siempre que tuviera cuidado con lo que hacía y que fuera él quien no lo tuviera, pero dejó las cosas estar, aún estaba muy nervioso.

Luces, luces que estaban en el techo pasaban de un lado a otro. Ella con su tranquila sonrisa que no podía reprimir sentía cada uno de las irregularidades del suelo en su pierna. Después de estar de un lado a otro, entrando y saliendo de la "Sala de yeso" se encontró en "Radiografía" tumbada en una camilla y teniendo que ser transportada a otra. Pero con un médico muy amable que le sugiere que se mueva a la otra camilla, Anazia enarca las cejas:

- No puedo moverme.

El médico se fija por primera vez en la pierna.

- Espera un momento.

Llama a dos celadores que mueve a una Anazia solitaria, ya que Onizeth no podía entrar, y bruscamente es movido a la mesa de radiación. El médico, tan amable como empático sugiere:

- Dobla un poco la pierna, por favor.

Anazia, lo más amable que puede, suelta un:

- No puedo moverme.

¿Pero no ha entendido realmente lo que significa "no puedo moverme" o es estúpido? ¿Si pudiera moverse cree realmente que estaría tumbada en la camilla sin el tubito que le habían clavado en el brazo para tranquilizar el dolor?

Anazia se encuentra sola en la sala, escucha un ruido extraño y ve entrar al médico y exclamar un "ya está" bastante bajo. Vuelve a salir dejando a una chavala con medio abrigo quitado, un tubito en el brazo, pensando en su preocupado novio que está fuera esperando y preguntándose cómo la pensaban mover otra vez a la otra camilla si tenía la sábana de abajo casi también quitada entera. Entra un celador:

- Venga, vuelve a tu camilla.

Una risita histérica sale replicando con un:

- No puedo moverme.

El amable celador la mira pacientemente y con sonrisa diciendo:

- ¡Anda! Pues me han dejado solo, vamos a tener que esperar a que venga alguien. Bueno, ¿y qué es lo que te ha pasado?

Se entaba una conversación interesante sobre lesiones a los mayores con caderas rotas. Por fin se acerca alguien, intentan poner la sábana bien y la trasladan a su sitio original.

Otra vez luces pasean delante de sus ojos. Después de transportar sobre su barriga la solicitud de alta, el mensaje al de radiografía y ahora el sobre de radiografía, Anazia empieza a sentirse un mueble transportacosas. La colocan en una sala a esperar y entonces es cuando se decide llamar a casa para avisar sobre la situación. El móvil dice:

- Tu... tu... tu... ¿Quién es?

Es su padre.

- Papá, mira, que estoy en el hospital. Se me ha salido la rodilla un poco del sitio y he ido a radiografía y todo.

- ¿Es grave?

- ¡¡Qué va!! Estoy muy bien -sonrisa tranquilizadora- es sólo para que sepáis donde estoy por si salgo tarde.

- Bueno, pues para venir llama un taxi, que ya tengo el coche en el garaje y no sé cómo ir a buscarte. Cuando vengas llama rápido y bajo y lo pago.

- Ok, no te preocupes.

Me recogen para volver a la "Sala de yeso". Me mira la traumatóloga, analiza la rodilla y pone una mano sobre la rodilla. Anazia escucha un ¿"prepárate"?.

¡Su rodilla vuelve a estar en su sitio! ¡¡Ha dejado de doler y puede moverla!! La traumatóloga le dice a una celadora que me ponga una fédula desde las nalgas hasta la punta de los dedos del pie. "¿Y las niñas?" Es lo primero que piensa Anazia al escuchar tal veredicto.

Para no hacer más largo el relato, resumiré que Anazia se encuentra postrada en cama sin haberse movido en 48 horas, hasta que le han llegado las muletas que ya tiene un poco más de movilidad. Está viva y rebosante de vida, aunque algo decepcionada por no poder acudir a clase y preocupada por no poder cuidar de las niñas y dejarle toda la responsabilidad a su madre. Ahora mismo está delante del ordenador, relatando lo ocurrido... y esperando la hora de pincharse la barriguita con la jeringuilla para que no sufra de toberculosis a causa de la inmovilidad de la pierna.

Si habéis llegado hasta aquí supongo que ya os imagináis que el título del post no es por la canción de Chayenne.

miércoles, noviembre 16, 2005

Iyojéee!!!



"In your head!"

Una chiquilla, delante de la televisión, ve una mujer que tiene pelos metálicos, pelos de oro colgando hasta los hombros y gritando cosas raras con una voz casi chillona con gallos. Mientras, ella sentada en el suelo de moqueta verde con motivos de hojas de castaño, mira a su madre sentada en el sofá cama de toda la vida, que tiene una quemadura de cigarrillo en un posamanos. El sofá es marroncito y no pega nada con todo lo que rodea el salón, pero a esa chiquilla es lo que más le gusta de toda la casa. Entretanto afuera hace nieve, ya toca ponerse los guantes para salir.

"In your head!"

Una pequeña niña está rodeada por un patio enorme, es un patio dividido en tres, donde ella sale todos los días para ir al recreo del colegio. Se da media vuelta y ve un enorme edificio donde los demás alumnos pertenecen a las más diversas edades, desde "Vorschule" hasta "Klasse 10", incluso puede que mayores. Enormes pasillos recorren cada una de las cinco plantas del colegio, que dividen las clases. Y una cafetería en la planta más baja... donde se compra los bocadillos de salami. Una amiga le llama, quiere jugar con ella en los pedruscos para saltar de uno a otro, unos pedruscos que están en círculo y donde charlan sobre sus madres mientras saltan y juegan. Su juego favorito es el de quedarse una en medio, contar hasta diez, el resto bajarse corriendo a buscar otra piedra donde subirse mientras la del medio intenta coger a una de las niñas. En otro de los tres patios el niño de sus ojos está en un columpio balanceándose para empotrar el columpio dando la vuelta al poste de arriba, los niños de la "Klasse 10" no llegan al poste de arriba, ¡qué valiente es el niño de sus ojos!

"In your head!"

En la enorme planicie del colegio hay tres patios y tres edificios. Ahora se encuentra en uno de ellos, uno de los dos gimnasios, de hecho, en el preferido. Está esperando en la cola para subirse a su juego favorito, el más solicitado de todos, colgarse del techo con un arnés y balancearse. Siente el viento cruzándose entre su cabellera, subir y bajar el suelo y ve acercarse y alejarse a su profesor. Finalmente le toca ya jugar a otra cosa, que la cola se ha alargado y quiere disfrutar de su gimnasio, así que se sube al potro delante de una colchoneta muy gorda y da una voltereta de las que ha descubierto que llaman mortales un par de veces. Luego ve al niño de sus ojos en la cola de su juego favorito y resopla.

"In your head!"

¡Patines! La primera vez que tiene uno en las manos, Katrina, su mejor amiga desde Kindergarten, le ofrece ponerse uno cada una y dar una vuelta a la manzana. A ella le gustaría probarse ponerse dos, pero no se acaba de atrever y agradece el gesto de su amiga jugando con ella. Con la misma que con la que escribió una postal con sus datos y pidiendo que le escribieran, luego lo colgaron de un globo y con las nubes blancas tiñendo el cielo, lo enviaron a su suerte, esperando ansiosas la llegada de la dichosa carta que nunca llegaría. Llega la Navidad, y su amiga le invita a ir a casa para hacer angelitos, unos angelitos que luego se cuelgan en el árbol de Navidad, ella va y hace el angelito, con una madre muy paciente que le ayuda a hacer lo más complicado.

"In your head!"

Ya tiene la niña 7 años y está sola en su habitación, que también tiene una moqueta verde, pero no tiene hojas de castaños en ella, es verde lisa. Su cama está dentro del armario, como siempre que se la recoge, para tener más espacio en la habitación. Le encanta su cama, parece los coches de las Barbies en las que todo se esconde y aparece de la nada, es una cama plegable. El suelo es confortable, está sola, como siempre lo está, mientras su madre cuida de su hermana pequeña en otra habitación. Su madre le dió Barbies para que jugara, pero a ella le gustan los coches, no hay coches en toda la casa... ¿Qué hacer? Fue entonces cuando descubrió un juego muy chulo que sólo quiere jugar ella sola, o con el niño de sus ojos, no quiere que nadie sepa que juega a eso, porque se siente culpable, pero le gusta y está esperando que llegue la próxima vez para jugar, aunque no sepa cuando será.

"In your head!"

¿Cuándo fue la última vez que se asomó a través de ese espejo? Ah, sí, tenía once años y creía que iba a ser la última vez, se equivacaba. ¡Qué pequeño es ahora todo! O mejor dicho, ¡qué pequeña era entonces! Todo era tan grande... Cuando se va a despedir de la niña que ocupa su moqueta verde observa en la pared que todavía está escrito las dos palabras que utilizó para ilustrar a su amiga: "Pferd" y "Pfert". La imagen del caballo que le tiró y le pisó la espalda cruza su mente, le desea buenas noches a la niña y se va, se va para siempre, se va para no volver a pisar su moqueta jamás.

Todavía ahora me viene a la mente muchas otras imágenes de cuando ese "Iyojéee" se convirtió en mi "Alemania".

sábado, noviembre 12, 2005

Cuatro Paredes

Érase una vez... una niña pequeña que entre cuatro paredes creció. Cada vez que entre ellas no estaba el mundo veía azul. El color azul de los colores congelados, violeta, el de los colores helados y verde, color de los fríos. No quería abandonar esas cuatro paredes que sólo negrura enseñaban, una cálida negrura comparado con el frío exterior. No veía la hora, cuando estaba entre esa fría gama de colores, de llegar a las cuatro paredes negras, que la protegían de quedarse congelada. Con la negrura de sus cuatro paredes muchas cosas aprendió, supo con ellas que existía el calor.

Fue a buscar ese pequeño calor que entre tantos colores fríos la fuera a proteger cuando no estuviera entre sus cuatro paredes, pero perdió la esperanza el día antes de que lo encontrara.

El día ya menos esperado, podría llamarse uno de los días desesperados, sin que ella lo esperara, un fuego se encendió. Al principio era una pequeña llama que con el tiempo en candela se convirtió.

Todos los fríos colores del exterior de esas cuatro paredes desaparecieron. Dejó de tener miedo de salir de sus cuatro paredes, porque ya todo era rojo, el color del amor, naranja, con un tono cálido y amarillo, la pura pasión. Empezó a amar el exterior de esas cuatro paredes... deseaba fervientemente salir del negro de sus cuatro paredes.

Pero llegaron los días en los que entre sus cuatro paredes tuvo que quedarse, cuando se dió cuenta que la negrura de sus cuatro paredes dejaron de ser comparables al cálido exterior, un exterior que tendría que dejar un tiempecito, un exterior que hacía de sus cuatro cálidas paredes una negra cárcel que congelaban su corazón. Así las cuatro paredes en cárcel se convirtió, y la niña pequeña su deseo de salir no puede reprimir.

martes, noviembre 08, 2005

El Pececito

Cuando era más jóven, a veces me venía una vena inspiradora que expresaba mediante la poesía. Por casualidad hoy me he encontrado con uno de esos poemos que quiero compartir. No tiene pies ni cabeza, pero yo tampoco lo tengo. Lo guardo aquí como recuerdo de una época que ya jamás volveré a vivir.

En el azul mar del cielo
un pececito vivió
nunca vió el hielo
pero encantado quedó
al saber que era agua
que se congeló.
El tiempo que pasó en enaguas
mucho hielo buscó,
pero nunca encontró.

viernes, noviembre 04, 2005

Canción

Bueno, aprovecho ahora que puedo, y porque no me puedo entretener, a ponerlos la canción que os dije en Teclado 2. A ver qué os parece a vosotros... en esos momentos me sentí tan identificada... Y sé que en más de una canción seguiré sintiéndome identificada.



Después de escuchar el disco entero, puedo asegurar que todas las canciones son muy melancólicas, justo lo que necesito para esos momentos de depresión. Pues sí, yo soy así. Cuando estoy triste quiero escuchar cosas tristes. El refranero, con su genial ironía, responde a eso con un: "Mal de muchos, consuelo de tontos", pero yo jamás he dicho que fuera lista. Pocas personas encuentro con mis gustos, tanto en música como en absolutamente todo lo demás, pero de las diferencias se aprende, ¿no? Si no, ¿cómo voy a conocer el mundo que no me rodea? ¿Cómo voy a aprender cosas si me encierro en lo mío? Detesto las personas que me rechazan porque no coincido en sus gustos... No me gusta nada el Reaggeton (o como quiera que se escriba), pero a la mayoría de las personas con las que salgo sí, para salir de marcha, rechazo el alcohol, ¿por qué me miran como a una rara? Sólo soy diferente...

¿Me he ido mucho del tema? Creo que sí... ¡lo que una hace para no estudiar!