jueves, octubre 12, 2006

¿Guerrera?

No me gusta contradecir ni pelear, pero me gusta creer en lo que pienso y defenderlo. Es la causa mayoritaria de nuestras luchas.

Hay gente que lo hace por el placer de tener la razón, yo lo hago por mí. No quiero decir que sea la verdad, porque la verdad es algo muy polifacético, sino que lo hago por lo que yo creo. Pero al contrario que mucha gente, admito que puedo no llevar la razón, admito estar equivocada.

Hasta ahora, casi siempre me he contradicho a mí misma. Les daba la razón a la otra persona con quien discutía para zanjar el asunto, porque no quería pelear, porque no quería luchar. Me cansé.

Una de las principales bases para discutir es aprender a escuchar, y eso sé hacerlo muy bien. A cambio no tengo apenas idea de argumentar, pero sé escuchar, que es de lo más importante. Pero suele ser lo contrario, cada vez que discuto siento cómo la otra persona no quiere escucharme, me interrumpe a media frase para decir lo que piensa argumentándolo como mejor puede, haciéndolo bastante bien y chafando mi plan y mis pensamientos. Destruyéndolos y arrastrándolos hasta la mierda, haciéndome sentir muy mal.

Pero hoy no ha sido así. Quizás la culpa la tiene el messenger, que no deja interrumpir a quien escribe, pero me he desahogado. He dicho todo lo que pensaba y tal como lo pensaba, aunque en el fondo de mi alma quisiera que fuera mentira, lo dije. Aunque no quería hacer daño diciéndolo, lo he hecho. Estoy cansada de ser la niña pequeña a la que se le riñe sin escucharla.

Hoy he discutido y me he sentido triunfadora aunque reconozco que no tenía razón en nada de lo que decía, aunque no tuviera ni pies ni cabeza, pero me siento muy bien. He podido decir todo lo que pienso en la superficie de mi corazón, y esto me ha permitido llegar hasta el fondo descubriendo que realmente no es así. Pero nadie me ha tenido que convencer que lo que pienso no es cierto, nadie me ha argumentado ni me ha ignorado.

Aunque el sufridor no lo sabe. Hasta ahora siempre le he pedido perdón por esos arranques, pero hoy no ha sido así. Hoy lo he defendido hasta la última consecuencia.

Espero que a partir de ahora sea capaz de afrontar completamente mis responsabilidades, aunque no me gusten para nada, aunque acaben con mi vida, aunque me muera otra vez, pero quiero volver a sentir esta satisfacción de llegar hasta el final y soltar todo lo que pienso, desatarlo de mí para volver a ser libre. Y no permitiré que nadie me contradiga sin razonar ni escucharme.

Tengo espíritu, tengo voz.