jueves, septiembre 07, 2006

El Castillo

Jamás pensé que ese castillo mío se fuera a reconstruir, y mucho menos tan deprisa y tan bonito.

Estoy realmente orgullosa conmigo misma. Jamás pensé que realmente saldría de ahí y con tanta fuerza. Muy poca gente me puede comprender porque muy poca gente conoce los pensamientos y sentimientos que siente esta mente (algo retorcida).

Realmente la respuesta a la pregunta de porqué me decidí a venir a casa de Wen dependería muchísimo de quién me lo pregunta. Han sido por muchas cosas en general. La excusa mayoritaria es la búsqueda de trabajo y futuro, aunque sería más cierto decir que necesitaba encararme con la vida, pero si respondiera que era para conocer a fondo a ella, a Estel e Ihtilien, no mentiría.

Estoy encantada, con la vida y con todo. Merece realmente la pena vivirla, por mucho que lo niegue la mayoría de las veces, por mucho que sienta esa pereza adueñándose de mi cuerpo. Merece la pena seguir adelante y encararse con los problemas, mirarlos de frente, de lado, de espaldas, de arriba y de abajo, porque un problema tiene muchos puntos de vistas, y cerrarse en un punto de vista es cerrarse en uno mismo sin vivir la vida. Espero sufrir en el futuro muchos problemas más y salir adelante con la cabeza bien alta, sin arrepentirme de nada, como hasta ahora.

Soy de las que piensan que si alguna vez me arrepiento de algo es que hay algo que no me gusta de mí misma, y aunque realmente exista algo que no me guste, el hecho de darte cuenta es el principio para remediarlo. Supongo que es el mismo amor que procesa Siddhartha, simplemente le entiendo.

No echo de menos mi casa de Huelva, pero brevemente volveré. ¿Por qué? Porque los sueños, al igual que la vida, no son eternos y tienen un precio. Además, en Huelva me espera un nuevo curso con nuevas experiencias y vivencias. Al contrario que cuando me vine, que lo estaba deseando, no quiero volver. Lo único que tengo allí que me gustaría tener aquí es a Onizeth.