miércoles, diciembre 14, 2005

Mientras mejoro

Me quitan el yeso, no esperaba que pudiera salir corriendo, pero suponía que no andaría mal. ¡¡Error!! "Bonita, si eres capaz de apoyar la pierna sin que te duela, date por satisfecha" me relataba mi conciencia (supongo que la mala, ese diablito rojo). Bueno, será por el peso muerto que debo resultarle a la pierna... ¡Cuánto tiempo llevo sin doblarla! Me sentiré persona otra vez ahora que puedo hacerlo. ¡¡Error!! "Anda, chula, tú dóblala, tú dóblala otra vez, que si no eres capaz de apoyarla sin que te duela, verás las estrellas si la doblas". Evidentemente era cierto. Y no contenta con los dolores, tenía que tener la sangre acumulada detrás de la rodilla y picarme.

En fin, al menos me han quitado el yeso, que ya era hora. Entro a consulta y veo una cara sonriente, éste parece más simpático que el otro, además, tiene una alumna que parece estar en prácticas. Observan mis radiografías (pendiente: fotos), leen el historial y el médico comenta a la chavala lo que me ha pasado (aunque yo también me gustaría enterarme, pero es así cómo me doy cuenta que es una luxación corriente, que debería tenerla inmovilizada 3 semanas y que suele ocurrir que se llega al hospital con la luxación ya reducida, que esta vez no es mi caso). Bueno, pues tras una serie de comprobaciones, me dice que debería mover la rodilla a menudo, que la luxación se produce con la rodilla doblada, que cuando tengo la pierna estirada la luxación es inexistente y me hace unos ejercicios que debería repetir por mi cuenta (lo que no me ha quedado claro es si los ejercicios los debería reproducir con ayuda o sin ayuda). Al final del todo me alerta que ahora soy bastante más propensa a luxarme la rótula izquierda... (me lo temía).

Llego a casa con un mero dolor casi inexistente en las piernas y camino de arriba para abajo. Enciendo el termo y... ¡a ducharse! El agua cae sobre mi cabeza y no me creo que no tenga que aguantar un precario equilibrio. No he disfrutado de una mejor ducha en mi vida, aún así ha tenido que ser rapidita, que dentro de dos días tenía exámen. Así que me siento tranquilamente delante de mi escritorio... Me llama Onizeth, que hoy viene temprano a mi casa e incluso me ayudará con las niñas, por si tengo algún incidente.

Hora de ir a recoger a las niñas, con sumo cuidado me adelanto a la llegada de Onizeth, porque si me quedo esperando llego tarde, y empieza una odisea. No sabía que una pierna podría quedar tan mal después de 3 semanas inmovilizada, ¡qué dolor! Las punzadas en el gemelo eran tremendos, ¿y ahora cómo voy a traer a la pequeña corriendo para recoger a la mayor? Bueno, de cualquier manera, habría que conseguirlo. Mientras tanto, un paso, punzadas de dolor, un paso, punzadas de dolor, un paso, punzadas de dolor...

La pequeña sale y me ve... cara de completa sorpresa y negación de obediencia. La insto para salir corriendo a casa, ¡negación! La niña tenía que hacer Pipi, y luego, mientras miraba a ver si llegaba Onizeth, también hizo caca (en el jardín, claro). Así que a prisa y corriendo, con terribles punzadas en el gemelo izquierdo, a limpiar la caquita del jardín antes que otra persona se diera cuenta. ¡Y venga la niña a gastar pañuelos para limpiarse el culo! Encima quería ir a la papelera con todo el culo fuera para tirar ella misma los pañuelos... la papelera estaba al otro lado de la parte del jardín. Todo el mundo pasando, yo coleccionando pañuelos en la mano mientras la niña tenia el culo al aire, y Onizeth que no llegaba.

Dejé de ser consciente de mi alrededor y ya, poniendo siempre 3 ojos sobre la niña, dejé de echarle cuenta. De otra manera no habría visto salir a su hermana y sería el Caos sin Fin. Llegó la hermana, ¿y Onizeth? Es lo único en lo que pensaba...

Salimos del colegio, ¡y ahí estaba! Esperando en las afuera de la puerta. Encima la pequeña no me quería dar la mano, en fin. Que no sé cómo, llegamos a casa, las solté con el abuelo y me fui a comer con Onizeth fuera.

Bueno, en esta parte le cuento a Onizeth lo que me ha dicho el médico y después de él meditarlo un poco (unos 3 segundos, no más). Se le ocurre ir andando al sitio donde íbamos a comer. Tragué saliva y acepté, ¡qué valiente soy! Como si no lo conociera... Ir caminando a donde íbamos a comer, JA. Me tocó el gemelo para ver cómo tenía el músculo y comparó tocarlo con la gelatina, comparó con el otro, y se quedó frío.

Después de hacer el cálculo en la viamichelin, he hecho en total 3,5 km andando hasta llegar a donde íbamos a comer. Bien, para ser el primer día, es un gran trecho, teniendo en cuenta que no tengo masa muscular en el gemelo. Pero no contento con eso, me hizo ir hasta el Corte Inglés, 300 metros más. Todo para finalmente acabar en mi instituto, La Rábida a 1,7 km después.

Tras ese trecho, doy mis cuatro horas y media de clase, ¡y me hace volver andando a mi casa! Venga, ya sólo eran 2 km más...

Ése fue mi primer día sin yeso. Pero cuando llego a clase pasaron mil cosas más, ¡el exámen no era el miércoles! Resultaba que era el martes, al día siguiente... (Me salió fatal). Luego también resulta que ahora tengo que entregar mil y un trabajos antes del viernes y el viernes tengo un exámen muy importante... Y vosotros diréis: "Y tú gastando el tiempo en escribir estas tonterías." Pues sí, no tengo remedio.