viernes, septiembre 15, 2006

Día ajetreado

Suena la alarma temprano, toca levantarse. Anazia se toma la medicina de todos los días prometiéndose no olvidarla y la cuenta por si se ha olvidado alguna vez ya pasada, todo parece andar bien.

Onizeth y ella salen volando al PTA, para esa entrevista que no es suya. A esa cita llegan a tiempo y con un beso se despiden.

15 minutos más tarde Anazia debería estar en una cita con el especialista, pero como no se encuentra en su ciudad, pues se pierde a pesar de seguir las indicaciones del cacharrito molón que le acompaña. 30 minutos más tarde de lo que debería se encara con la especialista y le obliga a hablar a toda prisa. No le da tiempo a contar nada cuando el tiempo se ha acabado, y la especialista no dejaba de mirarla con cara de... "pues nos lo podríamos haber ahorrado", ya que no puede seguir el tratamiento por desaparición definitiva de Anazia.

15 minutos más tarde debería estar Anazia pasando códigos de un producto u otro, pero en vez de eso se encuentra por el centro, perdida. 45 minutos más tarde, por fin, se encuentra y regresa a casa, donde se come dos yogures y un bocadillo para prepararse a salir corriendo para pasar códigos de barras y cobrar dinero (así suena hasta bien).

Llega dos horas tarde, pero con el justificante se lo perdonan. A la hora y media está muerta de hambre, pero todavía quedan tres horas para tener permiso para tomarse un bocado.

Onizeth asoma la cabezita por ahí, ¡¡sorpresa!! Anazia irrumpe las reglas al tener ocio mientras trabaja, pero todos tenemos derecho a un poquito de rebeldía, ¿no?

Poco después, resto del día libre. ¿Libre, de verdad? Pues realmente no lo sabe, porque descansar, descansa poco. Anda de un lado a otro, aunque ya haya estado más o menos cuatro horas más o menos de pie. A estas alturas ya no sabe ni la hora que es, ni lo que tenía que hacer, ni lo que pensaba hacer, sólo sabía que estaba al lado de Onizeth, se sentía en un sueño.