3 Cervezas
Soy joven, lo reconozco, pero el alcohol nunca me ha hecho falta para sentirme bien, siempre me he divertido mucho sin la necesidad de coger ese puntito que por lo general gusta. De hecho, lo desconocía.
No sé si lo he comentado antes, pero si habéis hablado conmigo algo habréis escuchado al respecto. Ahora que tengo a Scotty es cuando le he cogido el gusto a la cerveza. Y con ello no quiero decir que beba cerveza como las cosacas, sino que le he encontrado el buen sabor. Pero claro, cosas de la conducción sólo me he permitido beber dos o tres tragos de otras cervezas ajenas a la mía (que ésa no existía) y nunca me he bebido una botella entera de 0,5 litros.
Pues el viernes fue el día de la prueba de cervezas, ¡no tenía que conducir! Así que me propuse tomarme el día libre y probarlas. ¿Para qué? Pues no sé, pero no tenía que conducir. Fuimos al sitio de siempre y mientras se pedían tés yo me arriesgué con una cerveza (que en ese sitio la más barata cuesta 3 €... y en vez de calidad elegí cantidad, ¡ilusa de mí!).
Así estaba yo, con una botella de 0,5 litros por 3,50 €, era cerveza de trigo. No me agradaba del todo, estaba por cambiarla por uno que tenía té, pero me decidí y cuando iba por la mitad de la copa... ya estaba más rica. En fin, todo esto para decir que cuando me acabé el vaso no era capaz de estar recta, me daba tumbos el cuerpo, ¡y sólo me había bebido una!
Nuestras carteras se sentían sangradas en ese sitio, muy agradable, pero mi cartera es mía, no suya, así que nos fuimos a otro sitio donde nuestras carteras estaban a gusto.
En ese momento mi lengua se soltaba bastante más rápido que mis pensamientos, por lo que no controlaba demasiado bien lo que estaba haciendo/diciendo. La cerveza que más me ha gustado desde que he empezado a probarlas ha sido de siempre la negra. Y en ese sitio me lo podía permitir, así que ataqué.
¡Qué rica! Realmente tenía un sabor delicioso y corría por mis papilas gustativas como el agua (ojo al dato: no había cenado y era la 1 de la noche, pero tampoco tenía hambre). En fin, que cuando menos me dí cuenta... tenía que ir al baño y no me sentía capaz de estar de pie sin caerme. No tengo costumbre de ir acompañada al baño, pero no quería darme un talegazo y hacer el ridículo, así que se lo pedí a mi compañera que se jactaba de mí por emborracharme con dos cervezas. No sé cómo, llegué al cuarto de baño, pero los pies se me movían solos. No tenía ningún control sobre mí.
Y así quiso la cosa que cuando menos pensé tenía la tercera cerveza delante mía. Para mi fue un visto y no visto, aunque el control mío tel tiempo no existía, porque cuando menos pensé eran también las 3 de la mañana... Así que no sé si me lo bebí muy rápido o que yo no controlaba (va a ser lo segundo).
El bar se vaciaba, hasta que casi fuimos los últimos, así que nos pusimos de pie... Nunca me he sentido tan dependiente en mi vida. ¡No podía levantarme sola! ¡Y mucho menos andar sin que nadie me aguantara! Todo me daba vueltas y hablaba sin pensar en lo que decía.
Eso sólo con 3 cervezas...
No sé si lo he comentado antes, pero si habéis hablado conmigo algo habréis escuchado al respecto. Ahora que tengo a Scotty es cuando le he cogido el gusto a la cerveza. Y con ello no quiero decir que beba cerveza como las cosacas, sino que le he encontrado el buen sabor. Pero claro, cosas de la conducción sólo me he permitido beber dos o tres tragos de otras cervezas ajenas a la mía (que ésa no existía) y nunca me he bebido una botella entera de 0,5 litros.
Pues el viernes fue el día de la prueba de cervezas, ¡no tenía que conducir! Así que me propuse tomarme el día libre y probarlas. ¿Para qué? Pues no sé, pero no tenía que conducir. Fuimos al sitio de siempre y mientras se pedían tés yo me arriesgué con una cerveza (que en ese sitio la más barata cuesta 3 €... y en vez de calidad elegí cantidad, ¡ilusa de mí!).
Así estaba yo, con una botella de 0,5 litros por 3,50 €, era cerveza de trigo. No me agradaba del todo, estaba por cambiarla por uno que tenía té, pero me decidí y cuando iba por la mitad de la copa... ya estaba más rica. En fin, todo esto para decir que cuando me acabé el vaso no era capaz de estar recta, me daba tumbos el cuerpo, ¡y sólo me había bebido una!
Nuestras carteras se sentían sangradas en ese sitio, muy agradable, pero mi cartera es mía, no suya, así que nos fuimos a otro sitio donde nuestras carteras estaban a gusto.
En ese momento mi lengua se soltaba bastante más rápido que mis pensamientos, por lo que no controlaba demasiado bien lo que estaba haciendo/diciendo. La cerveza que más me ha gustado desde que he empezado a probarlas ha sido de siempre la negra. Y en ese sitio me lo podía permitir, así que ataqué.
¡Qué rica! Realmente tenía un sabor delicioso y corría por mis papilas gustativas como el agua (ojo al dato: no había cenado y era la 1 de la noche, pero tampoco tenía hambre). En fin, que cuando menos me dí cuenta... tenía que ir al baño y no me sentía capaz de estar de pie sin caerme. No tengo costumbre de ir acompañada al baño, pero no quería darme un talegazo y hacer el ridículo, así que se lo pedí a mi compañera que se jactaba de mí por emborracharme con dos cervezas. No sé cómo, llegué al cuarto de baño, pero los pies se me movían solos. No tenía ningún control sobre mí.
Y así quiso la cosa que cuando menos pensé tenía la tercera cerveza delante mía. Para mi fue un visto y no visto, aunque el control mío tel tiempo no existía, porque cuando menos pensé eran también las 3 de la mañana... Así que no sé si me lo bebí muy rápido o que yo no controlaba (va a ser lo segundo).
El bar se vaciaba, hasta que casi fuimos los últimos, así que nos pusimos de pie... Nunca me he sentido tan dependiente en mi vida. ¡No podía levantarme sola! ¡Y mucho menos andar sin que nadie me aguantara! Todo me daba vueltas y hablaba sin pensar en lo que decía.
Eso sólo con 3 cervezas...
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