viernes, abril 21, 2006

Aventuras en el Tiempo

Cuando la rutina se rompe por hache o por be quiere la vida que no te des ni cuenta. ¿Quién me habría dicho a mí por la mañana mientras vestía a las niñas que mi día a día a veces se ve interrumpido? ¡Cuántas veces me habré quejado por la monotonía!

No sé ni por donde empezar a contar el día de ayer. Creo que la mejor manera es empezar por partes y con una pequeña descripción para la introducción.

El Fin principal del día: que Onizeth llegue a Madrid para dormir allí la noche.
Objetivos: Ir con ropa nueva para estar bien presentable, arreglar la maleta, ir en tren.

Fase 1

Empieza mi rutinaria mañana hasta el momento de llevar a las niñas al cole, a partir de ahí se transforma en una carrera contrarreloj. Había que encontrar un traje bien de precio (ante todo calidad/precio) y que le quede bien a Onizeth. Y no contentos con eso también había que comprar el resto de la indumentario que conjuntara con el traje, le gustara y se sintiera cómodo. A mí me parecía pedirle peras al Olmo, pero habría que intentarlo. Así que entramos en varias tiendas de alta gama y no tan alta gama y nos aventuramos de probador en probador. A la cabeza no paraba de venirme la canción de Pretty Woman, pero en versión: Handsome Man, de cuando se va de tiendas y se lo pasa bien.

La mañana pasaba entre los "la chaqueta me queda bien, pero el pantalón no" y viceversa. Al cabo de tres trajes se descubrió que probar trajes con camiseta es pedirle demasiado al traje, así que habría que ir a contrarreloj a cambiarse por una blusa. En casa se aseguró de la necesidad de traje completo y resultó que con un pantalón de pinza y una camisa decente (añadiéndole una corbata) habría más que suficiente.

Vuelta al Handsome Man encontramos lo ideal, un pantalón con precio decente y no mala calidad, que le servía, y una camisa con un color normal, por precio agradable (aunque desembolsarlo es otro tema) y unos zapatos decentes.

Fase 2

Se puede resumir en una frase: "Un poco de prisa". Después del Handsome Man, con bolsas y más bolsas de todos lados (aunque sólo había dos, pero la falta de costumbre de salir de compras parecen aumentar su cantidad), nos decidimos a comer, en el primer sitio que encontramos rápido. Ya eran las 3 de la tarde, el tren salía a las 4:50, había que hacer las maletas, comer, etc. Aún así, las prisas no corrían por nuestro cuerpo, estábamos activos, aunque relajados. Corriendo hicimos de todo. Maletas, comer, recargar móvil.

4:50 Llegamos a la estación, demasiado justos porque los semáforos no tenían ganas de dejarnos pasar (debería habérmelos saltado, pero mi conciencia no me lo permitía). El Tren ya se había ido.

Fase 3

Se puede resumir en una sola palabra: PRISAS. Gracias a Dios nos cambiaron el billete para el AVE de las 19:00, eran las 17:00 y decidimos coger el GPS e irnos en Scotty. Simplemente había que repostar en la gasolinera y para adelante. Por lo general se tarda una hora en ir a Sevilla, por lo que prácticamente tenemos tiempo de sobra. ¡¡¡¡ERROR!!!!

A unos 40 kilómetros a punto de llegar a Sevilla hay aviso de atasco en 7 km. Lo que se respira en el coche no es aire, es pánico, porque si el atasco comienza a los 33 km más o menos, como llegue hasta la ciudad nos daría un infarto de miocardio. Ese atasco era a causa de un accidente, así que la cola no era demasiado larga. No sé si lo habréis notado, pero sí, he dicho "ese". Después de pasar ese atasco hay otro cartel de que en un kilómetro hay más atasco. 6:30, no nos llegaba el aire. El GPS calculaba que tardaríamos 35 minutos en llegar, teníamos el corazón en la garganta. Encima el AVE, que tiende a no retrasarse para no devolver la cantidad pagada por el billete.

A los 25 minutos llegamos a Sevilla, adivinad, ¡¡más atascos!! La ciudad en sí es un caos, ni tres carriles para el mismo sentido son capaces de encauzar tal cantidad de tráfico. El GPS con sus mapas no actualizados nos indica calles que están cortadas y no contentos con eso, se acaba volviendo loco y se niega a guiarnos. No sé cómo acabo viendo la estación, son las 7:05. Ya está perdido, pero igual podemos recuperar algo, aunque nos tememos lo peor: volver a pagar la totalidad del billete.

¿Sabéis cuándo encuentro un hueco libre para aparcar? A las 7:30, y mal estacionado en una zona de carga y descarga de la estación. Estábamos ya casi desesperados. Salimos volando a Santa Justa para la sección de información, nos envían a una zona de AVE, y la chavala, amablemente haciendo una excepción, permite que pillemos otro billete pagando únicamente el 20% de la tarifa general (14 €). A estas alturas ya nos daba igual gastar más o menos dinero, ya todo daba igual, Onizeth tenía que pasar esta noche en Madrid.

Mientras Onizeth espera en la cola hace una llamada a una amiga, y yo aprovecho para estacionar el coche bien... Haceros una idea, una Anazia que quiere aparcar en Sevilla, pilla una carretera larga con cuatro carriles que casi no permite salirse, todo para adelante, adelante y adelante. Harta ya de todo, se mete por donde no debe, hace cosas que jamás haría, pero acaba aparcando. Se vuelve con Onizeth a punto de acabar la supercola, ni los supermercados en hora punta tienen tanta cola como la fila del AVE en la estación de Santa Justa. Le cambian el billete para las 21:00, hora a la que tenía pensado llegar a Madrid. Risa floja.

Comunicamos los cambios a las respectiva entidades (padres, tíos y demás) y nos permitimos tomarnos algo. Llega la hora de la despedida y apaciblemente nos acercamos al andén. Despedidas alegres y rápidas. ¡Bolso perdido!

Fase 4

Todavía no ha acabado el día... El bolso donde tenía el móvil para indicar diferentes acciones que quedan por llegar no estaba donde está siempre, pero esta vez el pánico no cunde. Estaba claro que con las desganas de que se fuera Onizeth se me había olvidado en la cafetería donde nos tomamos ese algo, así que mi amiga y yo nos dirijimos allí y efectivamente las camareras me lo habían guardado.

Ahora sólo quedaba un problema, salir de Sevilla. No tan poca cosa... Mi amiga me guía hasta su casa y me convence para que me quede a cenar, ya que el tráfico, con la vuelta a casa de la gente trabajadora, es todo un caos. Me relajo, ceno y pasa el tiempo.

23:40. Onizeth ya habrá llegado a Madrid capital y yo todavía estoy en Sevilla. Decido iniciar la vuelta con toda la desgana debida, pero la responsabilidad es la responsabilidad, y las niñas tenían que ir al colegio. Así que embarco mi vuelta a casa. Una Anazia sola en el coche de noche por la autopista, carne de gallina. Pero hay que ser valiente en la vida y pillar el toro por los cuernos.

Cuando llego a casa es el mismo momento cuando Onizeth llega a su respectiva casa para dormir. Toda una aventura con el Tiempo en contra.

PD: quería añadir todos los links posibles a historias pasadas, pero ya lo haré mañana porque supongo que la mayoría ya lo habréis leído y no dispongo de tiempo ahora mismo. El tiempo corre, y ayer lo redescubrimos.