martes, febrero 28, 2006

Mi Padre

No sé por dónde empezar, pero mi padre es especial. Jamás antes me podríais haber escuchado decir esas palabras de él, porque jamás lo pensé hasta ahora, hasta que me lo ha demostrado.

Mi padre nació en la posguerra española, para él fue una época muy dura, creció entre 11 hermanos, siendo él mellizo con otra de sus hermanas. Era un hermano mediano. Empezó a trabajar desde los 8 años para ganarse el pan de cada día, y esto suena a ironía, pero era en una panadería, donde le daban dos duros y un bollo cada día. Religiosamente le daba su sueldo a su madre, pero no era el único que tenía que poner para llevar su casa adelante.

Él lo recuerda con nostalgia y bajo lágrimas, porque sabe que aunque fue muy duro, era su tierna infancia, y siempre estuvo ahí su abuela. Eran épocas distintas, donde los niños como él se peleaban por las cáscaras de plátano para comérselas. Y aún después de escuchar su historia muchas veces, se me saltan las lágrimas nada más pensarlo.

Estudió 3 años en un internado, y dicen (lo cual atestiguo) que si hubiera podido dedicarse a los estudios, habría salido uno de los mejores dotados de España. Era un chico muy inteligente, su letra me encanta, sin faltas de ortografía, todavía se acuerda de todas las capitales y no se equivoca en las cuentas. Algo que no puede decir su melliza, ya que jamás entró en la escuela.

Se internó con 19 años en el ejército, haciéndose pasar por un chaval de 21, para tener un plato que llevarse cada día. Conoció a su primera mujer, tuvo cuatro hijos, se fue a Alemania, la esposa le abandonó con los cuatro hijos. Bueno, no quiero profundizar porque ésa es su vida, y si alguien debe contarla es él. Sólo os hago saber algunas referencias, porque hasta hace poco no le entendía.

En fin, me tuvo a mí. Crecí bastante feliz, dentro de lo que cabe, y siempre ha sido muy responsable como padre. Eso no hay que negárselo en absoluto, seguramente es uno de los padres más responsables que hay en el mundo.

Mientras yo iba creciendo, iba creyendo que para mi padre ahí quedaban sus responsabilidades. En darle a sus hijos qué comer, qué estudiar, qué hacer y que ellos se criaban casi solos. Pocas palabras alentadoras le llegué escuchar decirme, pocos alabos, siempre me exigía más, siempre le parecía poco todo lo que le daba con mucho esfuerzo. Pero no puedo negar que por lo general, siempre me ha dado lo que he necesitado. Aunque nunca los Reyes que le pedí.

Y he sido muy injusta con él, porque hasta ahora, que tiene ya 68 años, no me he dado cuenta de todo lo que ha pasado para darme mi próximo regalo de cumpleaños. Yo estaba dispuesta a no pedírselo jamás, hacía oídos sordos cuando la gente le criticaba por no dármelo, pero yo en el fondo sabía que no era porque no quisiera.

Sé que jamás lo leerá, pero...

PAPÁ, TE QUIERO.

Ya sé que me diréis que se lo diga ahora que estoy a tiempo, pero prefiero que me digáis ideas geniales de cómo hacérselo saber a un cascarrabias (como es el caso).