Nocturno
Ésta no es corta. A mí me cuesta mucho leer algo que complica tanto la vida, así que lo leeré por primera vez entero mientras lo escribo... Un poema, para mi gusto personal, debe ser corta y amena... Pero ésta no es la más larga de todo el libro, desde luego que no.
En el dolor de la cicuta llega,
llega en duelo de carne estremecida,
llega en la inmensa sombra sin contorno,
como temblor de angustia sumergida
cuyo ser en lo oscuro los ojos no penetran,
como la turbia noche amortajada
que amenaza los cuerpos con torrentes de piedras,
llega a herir con un sable sin hoja y sin manos,
llega a morder sin aliento, sin boca, sin dientes.
Llega desde su marino silencio,
encalada de espino, perlas, ondas,
coral, humores...
donde la tristeza habla con su acento callado,
donde rompe la línea de la espuma,
donde sin pulso ya golpea el silencio,
cargando con difuntos consumidos, con húsares de obuses ateridos,
con vírgenes tagalas viudas de amos,
cn súplicas de ángeles gastados,
cargando con cuerpos quebrados por filos de lirios,
ungidos de sudor, salitre, sangre,
despojos, huesos...
Tragando el mar morado de los muertos,
más allá de las caricias, sobre los labios,
más allá de las plegarias, sobre los rezos,
más allá de la muerte..
hacia la nada, con sus alas alimentadas por la voz de la tierra,
alimentadas por la voz enmudecida de muerte.
Debe ser lamento de olvidadas campanas,
campanas habituadas a olores de muerte,
porque su silencio resuena el grito del sueño,
y su mirada huele como calendarios floridos,
con la espesa claridad de una caracola de viento
y su iracundo color de enamorado difunto.
Está en el envés de todos los zapatos,
olfateando las huellas de próximos cadáveres,
creciendo en los azules besos adúlteros,
desgranando la luz petrificada del cielo.
En el dolor de la cicuta llega,
llega en duelo de carne estremecida,
llega en la inmensa sombra sin contorno,
como temblor de angustia sumergida
cuyo ser en lo oscuro los ojos no penetran,
como la turbia noche amortajada
que amenaza los cuerpos con torrentes de piedras,
llega a herir con un sable sin hoja y sin manos,
llega a morder sin aliento, sin boca, sin dientes.
Llega desde su marino silencio,
encalada de espino, perlas, ondas,
coral, humores...
donde la tristeza habla con su acento callado,
donde rompe la línea de la espuma,
donde sin pulso ya golpea el silencio,
cargando con difuntos consumidos, con húsares de obuses ateridos,
con vírgenes tagalas viudas de amos,
cn súplicas de ángeles gastados,
cargando con cuerpos quebrados por filos de lirios,
ungidos de sudor, salitre, sangre,
despojos, huesos...
Tragando el mar morado de los muertos,
más allá de las caricias, sobre los labios,
más allá de las plegarias, sobre los rezos,
más allá de la muerte..
hacia la nada, con sus alas alimentadas por la voz de la tierra,
alimentadas por la voz enmudecida de muerte.
Debe ser lamento de olvidadas campanas,
campanas habituadas a olores de muerte,
porque su silencio resuena el grito del sueño,
y su mirada huele como calendarios floridos,
con la espesa claridad de una caracola de viento
y su iracundo color de enamorado difunto.
Está en el envés de todos los zapatos,
olfateando las huellas de próximos cadáveres,
creciendo en los azules besos adúlteros,
desgranando la luz petrificada del cielo.
Florián Eliade
Si soy sincera, en cada verso me pierdo y no me entero de nada de lo que quiere decir... Espero que alguien sea capaz de aclarármelo.
Si soy sincera, en cada verso me pierdo y no me entero de nada de lo que quiere decir... Espero que alguien sea capaz de aclarármelo.
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