lunes, julio 04, 2005

Lis

Y cuando nos hallemos
en el cenit de nuestro amor
sabremos con certeza
como dos almas que son una,
que se desean, que se anhelan,
puede fundirse con la pureza
de un amanecer lejano
en el mar de los sueños.

Y tú, caballero de mis noches,
lleva contigo esta flor
que, bordada en tu cintura,
conducirá tus pasos hasta mí
en el día en que tu amor
acompañe a la irrefrenable pasión
de tus sentidos
al anhelado encuentro entre
nuestros cuerpos que
serán uno, al igual que
ya lo son nuestras almas.


Mª Angeles Rodríguez Tuñón