miércoles, junio 29, 2005

El vacío que me respira

Hunde fuerte tus raíces en mi pecho,
y desata con caricias mi agonía,
arrebátale su forma a la poesía,
deidad eterna y cristalina,
mendiga de sueños,
por un romance o una lira...

Oh, gravedad que me arrastra a sus entrañas,
que tras mi sombra su silueta me adivina,
es pena rota que mis sentidos empaña,
falsedad inmersa en la ironía:
cinco dedos me tomaron por el alma,
traicioneros, llevándola consigo,
palma sucia con sus surcos infinitos...
Como daga que se clava por la espalda,
es la mano que me tiende hacia el abismo,
y la opaca nitidez que me acompaña,
me devora, me corroe y se delata

Pero se abrieron las carnes de esta mano,
y salieron tallos sin espinas,
y salieron flores deshojadas,
voces arrogantes e indignadas,
salió agua corrompida,
peces muertos,
y miles de mariposas sin alas.
Salió un niño judío
que lloraba,
recogiendo del suelo,
TROZOS DE ALMA.


Alejandro Garrido Sánchez